lunes, 12 de noviembre de 2012



Seguro del mundo donde vive, en algún lugar del cosmos alguien se ríe. Y sueña riendo, que la porquería no lo alcanza, y sonríe con las cosquillas que le hace alguno que pasa rapidito entre los dedos de los pies. El vuelo y la ilusión enjuagan dolor porque conversando se cuecen sus propios planes (una armonía de amor a la galaxia). La nave que los llevaba atravesó un muro de hiedra verdadera, los llevó a donde no esperaban llegar. Viajan en el tiempo tantas veces que el pasado se desvanece en un destello de párpados. Se conocen tanto que ya no son dos personas, ni una sola. Se fusionan, se entremezclan, se separan, dividen, son dos aguas, y son manantiales de riquezas vocales. Son el amanecer, y están en el ocaso para gritarse a gritos lo que los ojos van a callar. Los cierran, no se podrían abrir y no hay que hablar.

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