domingo, 29 de agosto de 2010

Ya no se pernoctar sin pintarte onírica.
Ya no se desnudar sin delinearte.
Cerezos dedos apuntalan las noches acorralando llanuras de amor disciplinado.
Son obligaciones reales las que desdoblan lo poco apetecible que es abandonar, o ser abandonado por ese morboso paisaje que queda como estela mediocre luego de una llovizna intermitente y efímera. Tenemos más que dejar, más que subastar. Toso se puede dejar y aún así seguir vivo.
Somos familias de tierra y humedad, policías como sólo el viento lo es de las aves. Las políticas inciertas que abultan tanto libro cerebral son enjutas frente al gigante cósmico.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Tendí a deshilvanarme, aunque en penumbra hay perros que no son más que esquirlas de lo que antaño complacía el placer.
No hay un abismo entre los dedos, sólo un cosmos de gozo y energía que torna frágil el foco al horizonte.
Guardados al fin parecen los vuelos y los ensueños no duermen ni se enfrían, observan las manchas de los tigres, los domados y los revolucionarios.
Nada lo impide, y por eso es más imposible que nunca.
El groove fotográfico casi autoretratado es lo único que parece volatizar la bruma afrodisíaca.
Vamos bien a lo lejos, juntos pero en desacuerdo.
Quiero alejarme de la ignorancia.
Estoy amando el esperar/respirar.