miércoles, 22 de febrero de 2012

Estoy enfermo de uno de los peores males, que a lo largo de los siglos ha tenido cada vez menos curas. Afecta a mucha gente y no tiene síntomas hasta que se lo padece. Ha matado mucha gente, no tiene tratamiento, y no lo tendrá nunca, por como viene el desarrollo médico. Estoy enfermo de burocracia. Así como el tumor, o el cáncer lentamente va asesinando por dentro, la tan desestimada burocracia atrasa cualquier tratamiento viable, descompone la lentitud del papeleo al límite de una agonía eternamente instantánea de la que es imposible librarse y que arrasa con mi buena fe y mi escasa salud. Estoy atado a esta camilla por los hilos de un sistema demoníaco. No puedo siquiera mover las piernas y lo único que tengo es este libro. Estoy acá porque no podría estar en otro lado.