lunes, 12 de diciembre de 2011

Los soldados que cayeron

Y que no tenían rostro.

Tanta gente por el hambre,

Y tantos otros por descarte.

Adormecidos por su escuela,

Atacados sin banderas.

Todos los que pagan siempre,

Y nunca ganan nada.

Los armados hasta los dientes,

De palabras afiladas.

Los que son como fantasmas,

Desterrados de sus casas.

Las familias más creyentes,

Que no creen donde hay sangre.

Los amantes asaltados,

Por no guardar silencio.

Tres palabras en un libro,

Que demuestren lo contrario.

Locos muy almados,

Con la frente bien en alto.

La libertad que abraza,

A los que lloran pedazos.

Dictadores de su hogar,

Castigando a quien pueden.

Los que cargan con las piedras,

Invisibles en sus manos.

Los que olvidan los placeres,

Y se entregan al trabajo.

Los gritos sofocados,

Que derrochan democracia.

Cada sucio rincón,

Donde los niños duermen.

Esos que lo intentan,

Pero sus pies no pisan.

La inocencia del mundo,

Que está toda quebrada.

Los patriotas de la vida,

Que nunca tienen su historia.

Esas fuerzas tan etéreas,

Que mantienen las miradas.

Esos héroes imperfectos,

Tan personas como eternos.

Los que quieren volar,

Y no tienen alas.

Los que pegan duro,

Y todo les duele

Los que están atrás,

Y reciben los tiros.

Los sedientos,

Con su oasis desierto.

Las palabras de un abuelo,

Que se pierden con el viento.

Un paisaje momentáneo,

Como foto del recuerdo.

Todos los que temen,

Y se guardan con recelo.

Las cenizas de un texto,

Que decía “no sos bueno”.

Los nombres más perfectos,

Que no tenían dueño.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Tempestad. No había ni un juego que nos contentara. Sublime cada erosión, cada vértice, cada fin entrecruzado. Quiebra mis ojos el vestigio y la vorágine. La voraz inexactitud rigente. Desaprendí lo andado, enraicé la mentira y la pirómana visión. Nos juntamos en silencio desprendiendo lo aferrado, demostrando que todo es lejos, y que nada es fin. Diseñé mi suicidio como si no hubiera nada más, y ahora lo saboreo desde el ojo del huracán. Tempestad. Que hermosura como cristaliza los párpados y los dedos, mis eternos compañeros de ruta noctámbula, que no tienen un pernoctar y me añoran como niños exiliados de la felicidad. Insomne el momento que forjamos. No conseguí bajarme la última vez. Siento mis pies colgando y la ruta pasando bajo ellos. Y ya no, ya me caí. Allá vas.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Me alejé un poco para ver como caía el rocío en tu puerta, y como mendigaba tu boca con sed esa fuente y esos frutos que caían de mi árbol. Los jugos de tan dulces mundos no faltaban en su hogar de mansa lumbre, y con fuego todo ardía en reversa lentitud, formando asi ceniza y sueños nuevos.

De tres sueños despertó, el primero corto y casi eterno. En él volaba con sus brazos hasta que lo alcance el viento. Más que pronto llegó el segundo, como un tramo pasajero, lleno de pronto y nada al momento, de secretos paralelos. Al final soñó con ella, reflejándose en un lago y dejando niños correr, y otro poco durmiendo de pie. A su fin le faltaba un comienzo, que yo ocupé con ingenuo establecimiento. Fue bien lejos y alto, sin caer más que unas hojas.

No fui real ni otra sombra difusa, y planté como pude la forma del cuerdo amanecer que me acechaba.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Tengo una manera de creer que estando clavado entre tus ojos lleno de escarlata sangre anonadada podré vislumbrar más que sólo mi reflejo. ¿Hasta dónde me volviste el cuerpo lleno de almas y fuego? Soy la fuga de las libertades, de los tenues cielos de a poco quebrados.

Se me cayó un relámpago de catarsis, una vejez enviciada, una soledad afiebrada. Desvanecido quedó mi pecho, lleno de grasa de quereres, de amares, de soñares. La helada herrumbre ha saltado de la savia, para llenar de todo eso que ya no tengo, cada rincón de mi asesina mirada.

Ya llegué a donde no quería ir, sin encontrarme en mi camino a nadie más que a los zarcillos espinosos de tu olvido, descubriendo a mi llegada el terreno tan baldío de cosas infinitas como versos y destinos.

martes, 19 de julio de 2011

De su forma de andar no había dudas.
Que mascaba pena para no tragar miseria.
Me preguntó por los besos de los tipos efímeros.
Las enfermeras de sexo y los juegos de sueños.

Y me preguntó también por qué los hombres buscaban ser más que ellos.
Morir felices de haber sido héroes modestos de la vida.
Se creyó brillante, reviviendo los muertos.
Y en el fondo no había resuelto ni siquiera un duelo.

La adolescencia afloraba de celos afiebrando a la dama.
Le quemaba en la lengua ese idioma imperfecto.
Saltaba infantil para ver por la ventana.
No había vidrios, afueras, juegos, ni persianas.

domingo, 10 de julio de 2011

Tengo el destierro en mi cabeza, más allá del cosmos ínfimo de tu intimidad. Soy un vestigio del exilio sometido, de la condena marchita que asevera la ilusión de la conquista hipnótica. Desarraigado hasta excretar el mínimo ápice rub, despistando el caos utópico del infierno que cae en tu rostro.
El destino me engañó.
El destino está desenrraizado, es un desconcierto, una armonía de noche, una superación de lo nefasto y lo mediáticamente imposible.

miércoles, 6 de julio de 2011

Cuando me regale el tiempo la ilusión de que queda un instante más sin estrenar, creeré que no había destino elucubrando malezas paganas contrarias a mis deseos. Es verdad que lo angosto me heló la partida, que lo volátil de una mirada desequilibró el amor, y que la escenografía estaba tras el telón exhausto. Más allá de todo, es la credulidad lo que me impulsa a estar quieto. Las miradas de las bocas se posan en mi frente, en una embestida catastrófica de fines azarosos y pulcros. Eleva el sublimar, el creer, el despertar. No tengo perfumes, que son armas en manos de amantes, con la fuerza eterna para hacer florecer y marchitar la luz del suelo. Me arranca la piel no volver a tener ni un ápice de cordura tierna. Y no creo sentir la mano divina rompiendo mi pecho, y quemando mis venas. Es mas bien la tuya, la que escala profética la supremacía implicita. Es irrisorio el trato mundano de los cuerpos descarozados, desvinculados del propósito aciago, intrínseco hasta el término.

domingo, 12 de junio de 2011

Había imaginado una ventana con el aire. Su contorno era irregular, pero cumplía su cometido.

Cabeza con cabeza, como para ahuyentar el frío y para demostrarle a la obscuridad que dos fueguitos son mucho, miraron por la ventana de aire el paisaje que dormía sereno, sin enterarse de nada, tan exuberante que derramaba inspiración.

Allá atrás, y por delante, las mil luciérnagas se creían las más bellas, dormían y otras salían y jugaban.

Ellos dos se quedaron bien juntitos, y del aliento salió vapor que empañó el vidrio de la ventana de aire, volviendo difuso el paisaje.

- ¿Será que a todos se les empañó su ventanita de aire?.

jueves, 26 de mayo de 2011

Cuando todo nunca alcanza
Ser feliz es arrogancia.
Si todo es mentira
No hay verdad que sea eterna.

Cuando poco y nada quede
Tal vez sienta que no duele.
Que con poca compañía
No hay manera ni amnistía.
Que una tormenta es buena
Si no queda otra salida.

Jugar a cara o seca
El caer de una moneda.
Lo que a mi me depara
Luz enorme o tiranía.

Cuando sólo sople el viento
Y redescubra los momentos.
Tal vez note en el espejo
Lo importante de este encuentro.

Cuando pisamos suelos
Que sepa si es cemento.
Cuando sobra la elegancia
Que no todo es democracia.

Que si te hago sonreir
Tengo el mundo entero.

viernes, 15 de abril de 2011

Caídos del siglo
Doctores con gracia
Manos sin dueño
Cañones certeros

Suicidas obsenos
Escritores modernos
Albañiles del alma
Viajeros y enfermos

Mil presidentes
Dos niños rehenes
Trabajos en roca
Lo que borra el agua

Autores y el nóbel
Ninguno del hambre
Dinero por trampas
Serenos abstemios

Soldados ingenuos
Aquellos por fuego
Postrados en cama
Señores de sueños

Luchas por muertos
Muertos por libertad
Violencia educada
Atados al ruedo

¿Cuantas veces miramos bajo nuestros pies? Las flores pisadas no vuelven a florecer.

lunes, 14 de marzo de 2011

La cama se quebró y mi desconcierto, más lleno de ambición e inchado de ser tan poco y siniestro, observó como incrédulo, caía yo en mis montes de estupidez. Tengo tres cosas que no murieron, una junto a mi cama, azul y eternamente hermosa, otra arriba de mi piel, haciendo que huela irresistible, y la otra en los ojos, escarchados de ver tus dedos recogiendo tu pelo, en la lejanía encendida. Estás corriendo hacia allá, donde no puedo rescatarte. Donde mis manos son de papel. Donde mis palabras no son más. no soy yo, no soy nada. No tengo más piel, todo quedó arrancado, todo de un tirón se volvió harapos.
El sol duerme. Tengo que despertarme, para despertarlo. No quiero llegar tarde.

jueves, 24 de febrero de 2011

Sus ojos me sabían a pasto húmedo y esponjoso. No había lejanía entre los suyos y los míos, casi era todo uno. Reinaba un aire cargado de dulzor que no empalagaba, y ni el tiempo resonaba amenazador. No había cereza que encajara tan al postre, como sus piernas desnudas acariciando las mías, rodeando con su espesura amante mi, antaño helada, carne. Los lunares que cubrían intermitentes la belleza de su espalda, y aquel solitario que poblaba tímido la encendida juventud de su rostro, hacían burbujear mi pasión en una vorágine desatada y elemental. Su pelo era una maraña de hermosura y un sendero heroico, un laberinto donde mis dedos perdían amablemente la cordura, y donde no me importaba salir algún día.

Quebraba mi noche el reflejo de la oscuridad en el sosiego de sus párpados. Afuera caía agua, adentro, llovía fuego. Y entre nosotros la censura no existía, y me mostraba más imperfecto que nunca, y ella, extensa y perdurable. Gemía el encanto que derrochábamos, perpetuándose en un estertor infinito del que nunca querría alguien escapar.

Sentí cómo el tacto formaba un puente, arrancando las páginas del silencio, y creando sonidos inaudibles, pero completamente palpables.

-Se me durmieron los pies, creo que me voy a quedar dormida en cualquier momento.

-Dormí.

-Pero quiero quedarme mirándote.

Inevitablemente sus ojos perdieron la fuerza, pero no la energía, y cayeron abatidos en el mundo onírico al que viajan aquellos que de verdad lo necesitan, y los que lo merecen.

Soñó con jardines rebosantes de magia y asimetría, artesanales pasillos con baldosas irregulares que desbordaban cariño. Con libros en blanco, impacientes por resguardar historias inventadas y por inventarse.

sábado, 22 de enero de 2011

Cómo se rompe todo en un segundo, impresiona hasta mi ojo que cerrado duerme a tu lado. Todo el mal está ahi, al acecho de mi pobre cerebro. Estoy loco en mi interior, e inquieto en mi piel. Tengo todo que perder, todo y nada que ganar. Están ahi las montañas, está todo quieto, y siempre va a estarlo. Siento la ira de mi caos, y la furia y el desasosiego de ser tan necio, de perderme en mil palabras que dije, y mil palabras que leo insensato. No se volar, ni voy a aprender, si está lleno de maneras de hacerme caer. Todo duele más de lo que se pinta, las cosas crecen indómitas, imposibles de sentirlas sin las espinas de tu voz. Me sangra la voz de tanto silencio, y se quiebran las palabras que todavía no dije. El calor del sol es lo efímero que me entristece, la lluvia de sueños es un delirio más.