Girabamos incansables, infinitos entre nosotros mismos. Nos olvidabamos de los roces tontos, nos formabamos etereos, oniricos seres amantes.
Ya los fuegos crepitan, amainando el frio de la soledad, y nos hacen increibles, pulverizan nuestras quietudes.
Nos encontraremos mañana, polvo, sangre y miel, a llorar en el rio de las tormentas, refugiando amares, redescubriendo los besos.
2 comentarios:
muy lindo esto, dieguito, hacía tiempo no te leía y hoy me encuentro con esto, que de veras me llegó... menos recargado que otras cosas tuyas, de veras me gustó, pibe.
bien descripto, te perdes hasta el final.
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