miércoles, 4 de marzo de 2009

Conmovido e intrépido de mente, agazapado por la tormenta de lágrimas, expuesto en alma y figura, inhabitable individuo de fugaces calmas, observaba los laberintos y los comprende, los manipulaba, les preguntaba sus verdades, las aborrecía, me adoraban. El fluir del cántico entendía lo más efímero de la vida, y eso solo hacía acobachar mi corazón. Cruda la vida se escurría a raudales por mi sien, y el agua mojaba mi vientre abierto a la esperanza de la muchacha.
No lo esperaba. Lo descreía, desbordaba de mis capacidades. Eran nubes grisáceas sobre las púrpuras pupilas apagadas. La astrología de tu cuerpo mantenía cuerdos los músculos de mi imaginación. Eran los acordes de tus besos los que me pudrían, me enajenaban sin más, aunque no los quería evitar, eran necesarios para complementar mi sueño.
Huía desbandado por los caminos en transición, por los aún no construidos pliegues de tu piel.

1 comentario:

Inx dijo...

Volvió Diego parece, y está más romántico ;)