Un fuerte complot para desvanecerte la ropa. Un plan
trazado a besos, ejecutado a raja tabla por una línea perfecta de tiempo hasta
el tope que es tus hombros, tu cuello y sus aristas. Te tenía en mi desgarrador
amor, encauzado hacia mis brazos y los tuyos, la simetría del silencio. Y la
libertad de arte de los bailes de cama, el oficio del café desnudos. Nos
quedamos sentados y el silencio nos hizo nudos para desatar con torpeza (la
torpeza de tus dedos sacando mi ropa) y encontrar debajo de tantas capas de
silencio, ligeras muestras de sonrisas, retazos de oración hechos a pedido por
historiadores de ensueño.