Durmiendo en mi vientre no alcanzarás la gloria, mas álzate hoy muchacha de tierno sexo, siendo el camino difícil. No lo recorras, no vivirías los miles de siglos que requiere su cometido. Encontrá el placer en el vuelo, no en tus pies, frágiles, dignos de pueriles criaturas de luz. Tus alas son tus ojos, tu mente el espacio a recorrer, el mar el anhelado destino.
Todo regido por aquél frío dios, monarca que se adjudica efemérides inauditas, patrón del cosmos milimetrado inviolable y practicamente inevitable. Sí que hay maneras, encontrarlas es tu deber bendito, tu sed, tu sosiego.
No me mires con ojos perdidos, tu blanca luz refleja los cristales de tus pupilas, me demuestran más que los cielos, se que no querés el mal, y yo te quiero a vos.
Volá, por más efímero que sea tu vuelo, siempre vas a llegar a una cima. Siempre hay un porqué y un destino para forjar.
Todo camino puede andar